Estos compuestos, que en gran medida provienen de la leonardita, son capaces de mejorar la calidad del suelo, fomentar el crecimiento de las plantas y ayudarlas a soportar condiciones de estrés. A continuación, el especialista Juan Hirzel hace un completo análisis sobre su potencial.
Los ácidos húmicos y fúlvicos —capaces de mejorar la calidad del suelo, fomentar el crecimiento de las plantas y ayudarlas a soportar condiciones de estrés— son dos compuestos que provienen de un mismo material: la leonardita.
“Este material en estado natural no es soluble en agua. Es como tomar una roca de la cordillera y aplicarla al campo”, comenta Juan Hirzel, ingeniero agrónomo, M.Sc., Ph.D e investigador del INIA.
Así, para que este compuesto pueda ser aprovechado, debe ser sometido a una serie de procesos químicos que permitan su solubilización y posterior disponibilidad para el sistema suelo-planta.
Desde la leonardita se extraen tres productos o compuestos. El primero se saca mediante una hidrólisis alcalina (hidróxido de potasio) y corresponde al ácido húmico. Luego, la fracción no solubilizada es sometida a una hidrólisis ácida (ácido clorhídrico), extrayendo de ella los ácidos fúlvicos, que son cadenas más cortas y livianas que los húmicos. Después de ambos procesos, todavía quedan fracciones insolubles llamadas huminas.
“Las fracciones que ya son solubles son las que se ofrecen a nivel comercial, y se venden en formulaciones sólidas y líquidas. La formulación sólida es de alta concentración de compuestos, mientras que la líquida es de menor concentración”, señala Juan Hirzel.
El experto agrega que la baja concentración de la formulación líquida se debe a que se trata de compuestos carbonados, cuyas cargas expuestas presentan un grado de repelencia al agua. De hecho, para hacerlos más solubles, estos deben ser diluidos. De paso, también con esto bajará su concentración.
La fórmula para potenciar el crecimiento
Tal como se mencionó anteriormente, los ácidos húmicos y fúlvicos son una muy buena herramienta tanto para el establecimiento de huertos como para mejorar la condición de crecimiento de los ya establecidos.
“En un huerto nuevo, el beneficio es lograr un mayor crecimiento, mientras que en un huerto establecido, este apunta a la mejora en el funcionamiento de la planta, sobre todo frente a condiciones de estrés climático y físico (suelos)”, afirma Juan Hirzel.
Cabe destacar que las fórmulas sólidas, que no son solubles, deben ser aplicadas directamente alrededor de la planta, en toda la zona de crecimiento radicular, mientras que en plantaciones nuevas, deben ser aplicadas en la base del hoyo de plantación o dentro de la zona del camellón.
Asimismo, las presentaciones sólidas que son solubles en agua, al igual que las líquidas, pueden ser aplicadas a través del sistema de riego o diluidas y aplicadas con máquinas específicas para esa tarea, aunque siempre deben ser dirigidas a la zona de crecimiento de raíces.
“Estos compuestos pueden aplicarse en todo tipo de suelo, pero dependiendo de la textura de este, el productor tendrá que elegir entre un producto con mayor contenido de ácidos húmicos y fúlvicos”, indica Hirzel.
Esto se debe a que regularmente los productos concentrados en ácidos húmicos se emplean en suelos con mayor contenido de arcilla (mejorar espacio poroso), mientras que los con mayor concentración de ácidos fúlvicos se aplican en suelos con mayor contenido de arena (mejorar capacidad de intercambio iónico).
Según el experto, para elegir entre uno y otro, los productores suelen hacer pruebas de campo con el fin de determinar cuál se adapta mejor a sus objetivos. El que lo haga, será el elegido.
Otros orígenes
Además de la leonardita, es posible encontrar estos ácidos en el humus de lombriz. No obstante, Juan Hirzel asegura que la concentración en ellos es mucho menor, debido a que el proceso de formación es muchísimo más rápido.
“Los dos son buenos, pero si los comparas, con una baja dosis de leonardita en una hectárea, obtienes un importante efecto para el cultivo. En cambio, con humus de lombriz, las dosis tienen que ser mucho mayores”, añade el especialista.
Pero eso no es todo. También hay otros a los que se les denomina ácidos húmicos o fúlvicos de origen vegetal. Estos son extraídos desde plantas que son sometidas a diferentes procesos de hidrólisis, con lo que se genera la separación de ciertas facciones carbonadas, las cuales están presentes en los ácidos húmicos y fúlvicos, pero no cuentan con todos los componentes.
“Cuando estos compuestos se aplican a la planta, son todos inductores de crecimiento y de resistencia a mecanismos de estrés, como un biofertilizante o bioestimulante. Todos sus compuestos están contenidos en los ácidos húmicos y fúlvicos, pero no tienen todos los compuestos de un derivado de leonardita”, explica el investigador del INIA.
Qué son y de dónde vienen
Los ácidos húmicos y fúlvicos son compuestos provenientes de fósiles que se generan en ciertas condiciones de ambiente (t° y humedad) y se concentran en el hemisferio norte, en el llamado cordón de las leonarditas.
La leonardita, que es el compuesto que contiene tanto al ácido húmico como fúlvico, corresponde a carbono fosilizado por mucho tiempo (regularmente más de 10 mil años), sometido a un proceso de fosilización o de transformación de los esqueletos carbonados, mediado por la biomasa existente en el suelo en condiciones climáticas específicas.
“La biomasa va digiriendo el carbono y lo va transformando en un compuesto más estable. Esos compuestos más estables son de lenta degradación, por tanto cuando se emplean en agricultura y se aplican al suelo van generando propiedades físicas, químicas y biológicas que son benéficas para la planta y que duran mucho tiempo”, describe Juan Hirzel.
Estos compuestos duran mucho en la planta gracias a su estabilidad, lo que significa que son de difícil digestión por la biomasa del suelo. Como ya pasaron por casi todos los procesos posibles de degradación biológica, al llegar al suelo continuarán con algunas transformaciones, aunque estas son muy lentas.
Juan Hirzel asegura que en la actualidad todo lo que tiene que ver con los ácidos húmicos y fúlvicos aún está en evolución y estudio.
“Últimamente se han vuelto populares porque todos han visto los beneficios que tienen en el suelo, especialmente en aquellos con mayores limitaciones. La agricultura del país está yendo hacia suelos marginales, con menor aptitud agrícola, por lo que existe la necesidad de mejorarlos”, concluye Juan Hirzel.
Creditos: Revista «El Mercurio Campo»
Articulo original: http://www.elmercurio.com/Campo/Noticias/Noticias/2017/08/03/El-potencial-de-los-acidos-humicos-y-fulvicos.aspx